• Homosexualidad

    La homosexualidad, tema de gran interés para sexólogos

    Como pudiste leer en el post anterior, uno de los primeros objetivos de la ciencia de la sexología fue, precisamente, la homosexualidad. Se podría considerar que fue la culpable de los prejuicios y los falsos mitos que hemos seguido arrastrando hasta la actualidad, porque la preferencia sexual de hombres y mujeres hacia personas de su mismo género se convirtió en el mayor acto de depravación, digno de estudio según la sociedad de la época. Y eso sentó las principales bases de la homofobia que siguió.

    Los múltiples sexólogos que abordaron el tema de la homosexualidad acabaron tratándola como una enfermedad, y aunque eso nos parezca una barbaridad, siempre es mejor que la opinión de la Iglesia, que directamente lo trataba como una posesión del alma y el cuerpo por algún ente demoníaco. Vamos, que entre sexoterapia y exorcismo, por supuesto que muchos elegían lo primero, aunque en realidad, en esos tiempos, lo uno no estaba tan lejos de lo otro, no te vayas a creer.

    Sin embargo, un dato curioso que no puede dejar de señalarse: todo este revuelo, este interés por la homosexualidad humana, se refería casi exclusivamente a los hombres. ¿Y las mujeres homosexuales? Ah, no, las señoras no tenían que pensar en el sexo porque, no lo olvidemos, su lugar era el hogar y su misión la procreación, ¿quién había dicho nada de disfrutar de su sexualidad? Así que nada, ni con hombres ni con mujeres, las boyeras no tenían cabida en la sociedad en el momento en que la sexología daba sus primeros pasos y se hacía popular.

    Pero por supuesto, las lesbianas existían, antes, entonces y siempre, por mucho que no se las reconociera. Lo mejor es que si nos fijamos en algunas películas lésbicas rodadas no hace tanto tiempo, nos damos cuenta que en realidad siguen siendo un poco invisibles para la sociedad; y si no lo son, realmente se les trata como a mujeres que han perdido un poco el norte, sin saber muy bien qué hacer con su sexualidad. Vendría a ser algo así como que estas tías no tienen ni idea de lo que les gusta, están confundidas o algo, o directamente aburridas de sus experiencias con los hombres; entonces, en vez de renunciar al sexo con el género contrario, directamente buscan en el propio el placer que no han acabado de encontrar. Pero no nos equivoquemos, eso no las llena para nada.

    Ni falta hace decir que la realidad no es así, que el ser tortillera es tan válido como el ser gay. Y parece que para equipararlos en todos los sentidos, las mujeres homosexuales han empezado también a sentir la homofobia, y así han llegado también a ser discriminadas por su condición sexual (mira tú por dónde ha salido lo de la igualdad de sexos). Así que, realmente, me encanta ver vídeos porno gay y de lesbianas aunque no sea seguidor del sexo lésbico; porque cada vez más esta categoría pornográfica gana adeptos, no sólo homosexuales sino también heteros, y demuestra que todos somos mucho más tolerantes de lo que creemos, cuando se trata de obtener placer gracias a nuestros sentidos, y olvidamos opiniones retrógradas y tabúes, ¿que no?

    En fin, la parte buena es que por fin la sexología ha dejado de ocuparse de la homosexualidad en plan enfermedad o dolencia, y ahora se dedica a tratar los problemas individuales o de pareja, sin que importe ni el sexo ni la preferencia sexual de ninguno de sus pacientes. Algo por lo que congratularnos, y hacernos olvidar sus infames orígenes, que en realidad estaban muy influenciados por la sociedad de la época. Así, al menos hay ahora un tabú menos del que preocuparnos.

  • Antecedentes

    Breve historia de la sexología

    Durante los últimos 150 años, parece que el estudio del sexo ha interactuado con la sociedad en general para influir y ser influenciado por la moral, las ideologías y los comportamientos sociales actuales.

    En 1896, Richard von Krafft-Ebing publicó su libro Psychopathia Sexualis, un texto histórico en el estudio de las manías y las desviaciones sexual que comprende 238 estudios de diferentes casos. Las perversiones del instinto sexual eran, en su opinión, causadas por la degeneración, que se definía popularmente como debilidad hereditaria o corrupción en el pedigrí familiar. Henry Havelock Ellis y Sigmund Freud fueron fundamentales para sacar a la sexualidad del frío victoriano, pero ambos estaban suficientemente influenciados por las opiniones de la época como para basar sus interpretaciones de la sexualidad en términos de control-represión e impulsos. Ellis, nacido en Croydon en 1859, estudió medicina en el Hospital St Thomas’s de Londres y fue miembro de la Sociedad Socialista Fabiana; era un partidario de la liberación sexual y escribió varios libros, entre ellos un volumen de seis Estudios en Psicología del sexo, publicados entre 1897 y 1910, que intentaban analizar lo que comúnmente se llamaba «instinto sexual». Los libros causaron una tremenda controversia y fueron prohibidos por varios años. Sigmund Freud es conocido por sus filosofías y su visión del deseo sexual como la principal energía motivadora en los humanos; en 1905, publicó Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad en el que postuló la sexualidad como la fuerza impulsora de la neurosis (a través de la represión) y la perversión.

    A partir de la década de 1920 y culminando en la década de 1940 y 1950, la ciencia de la sexualidad se alejó del estudio de los delincuentes y los aspectos pervertidos de la sexualidad (que en ese momento incluía la homosexualidad) a una tradición más de contabilidad social centrada en el comportamiento sexual de la gente relativamente normal.

    En 1938, se le pidió al Dr. Alfred C. Kinsey, profesor de zoología en Harvard, que coordinara un curso matrimonial en la Universidad de Indiana (que consistía en conferencias en biología, psicología, sociología y ética del sexo y la reproducción); fue un excelente y admirado taxonomista y un coleccionista por naturaleza. Incapaz de responder las preguntas de sus alumnos sobre el tema del sexo y la reproducción debido a la escasez de datos sobre sexualidad humana, comenzó a recopilar sus propios datos, y con su investigación, los alumnos recopilaron más de 18,000 historias sexuales de personas (incluido su propio padre, quien era un hombre profundamente religioso y dominante). En 1947, el Instituto Kinsey se estableció como una corporación sin fines de lucro afiliada a la Universidad de Indiana. Kinsey publicó los libros Comportamiento sexual en el hombre humano(1948) y Comportamiento sexual en la mujer humana (1953). 

    Más recientemente, John William Money (1921-2006), investigador sexual, psicoendocrinólogo pediátrico y cofundador de la Clínica de Identidad de Género en Johns Hopkins, definió los conceptos de rol e identidad de género basados ​​en su trabajo con personas intersexuales; también estableció el transexualismo como categoría diagnóstica y disciplina académica.